jueves, 6 de abril de 2017

El tema de los antibióticos y el salmón: una nota para aclarar dudas y entender de qué se habla...

Resultado de imagen para filet de salmonPara cerrar, por ahora al menos, el tema de la supuesta presencia de antibióticos en carne   de salmón de origen chileno en Argentina (en realidad el informe de la UADE habla de resultados en la ciudad de Buenos Aires para ser estrictos), hemos contactado a actores relevantes de la actividad que aportan su visión y opinión sobre el tema. Se trata de Laura Luchini y Santiago Panné, de la Dirección de Acuicultura del Ministerio de Agroindustria argentino, César Gentile, coordinador de la Red de Maricultura Costera Patagónica, docente e investigador de la Universidad con mas de 30 años de trabajo en SENASA y Silvia Arranz, coordinadora de la Red de Fortalecimiento de la Acuicultura, docente – investigadora de la Universidad Nacional de Rosario y de CONICET.

Resultado de imagen para silvia arranzDice Silvia, respecto de la forma de presentación del informe y de la resonancia que le han dado algunos medios de comunicación y las redes sociales: “El rigor de un informe o trabajo científico es un valor fundamental que apuntala el conocimiento que la ciencia le entrega a la sociedad. De ello depende la credibilidad de la ciencia. Por ello, los científicos asumimos un compromiso ético de ser rigurosos en los diseños experimentales y en la expresión de los resultados, y objetivos en el análisis de los mismos, evitando sacar conclusiones que excedan la evidencia. Educar en ciencia es educar para la libertad”.

Los colegas de la Dirección de Acuicultura, Laura y Santiago, aportan material que aclara la situación y la metodología de trabajo para estudiar la calidad del producto que llega al consumidor. Y dicen:
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El tema del uso de antibióticos en el cultivo del salmón generó nuevamente alarma en el consumidor argentino, luego de que saliera a la luz un informe del Centro de Investigación y Desarrollo de Alimentos Saludables del Instituto de Tecnología (INTEC) de la Fundación UADE. Tal informe señalaba que después de analizar 103 filetes de salmón recolectados de 38 comercios de Capital Federal, habían sido detectados residuos de antibióticos superiores al límite permitido por el CODEX Alimentarius Internacional y que ello podría provocar consecuencias negativas en la salud humana de quienes los ingirieran.

Resultado de imagen para laura lucchiniEl uso general de antibióticos en los animales, cuya carne y sus subproductos se comercializan para consumo humano, puede generar un problema con su presencia residual en  productos alimenticios. Estos antibióticos residuales en los alimentos conservan su capacidad antibiótica y pueden provocar por ejemplo, una disminución de la flora bacteriana en el intestino, que potencialmente facilitaría y agravaría las infecciones intestinales. Por otro lado, permitirían la aparición de bacterias resistentes a los antibióticos en el intestino de las personas que ingieren dichos alimentos, resistencia que puede trasmitirse a bacterias patógenas.

Sin embargo, el uso de este tipo de medicamentos no implica necesariamente un riesgo para la salud humana si se siguen los protocolos de acción vigentes, ya que no sólo se cumple con los períodos de carencia (dejar de utilizar las sustancias un tiempo antes del sacrificio del animal) recomendados antes de su cosecha, sino que también estos productos son sometidos a una serie de determinaciones analíticas dirigidas a la búsqueda de residuos y contaminantes que pudieran representar un peligro para la salud de los consumidores. En nuestro país el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) es quien realiza los controles que garantizan la calidad y sanidad del salmón que se consume en la Argentina.

Chile es la nación salmonicultora por excelencia en Sudamérica, y es la que utiliza la mayor cantidad de antibióticos actualmente (frente a otros países que cultivan salmón del Atlántico). Datos oficiales, tanto de las propias autoridades chilenas como las de los países importadores; evidencian que en los últimos años las partidas no aceptadas por trazas de fármacos han resultado ser mínimas.

Ahora bien, existen diversos métodos para la detección de residuos químicos en la industria de los alimentos (los que pueden provenir de contaminantes externos por una incorrecta manipulación o procedentes de agregados en la etapa de producción, como son los antibióticos), entre los que podemos distinguir dos grandes grupos metodológicos:
  • ·      Los métodos no específicos (microbiológicos), de fácil utilización, económicos y que permiten un primer control rápido de las muestras. Se basa en determinar si existe o no proliferación bacteriana y se los conoce como “screening”, sólo considerándose válido el resultado negativo si se evidencia crecimiento de la bacteria que se utiliza como indicador. Por el otro lado, si ésta no prolifera, puede indicar la existencia de residuos químicos en la muestra, pero no permite definir qué tipo de sustancia es la que inhibe a las bacterias, no discriminando entre antibióticos o desinfectantes que podrían provenir, por ejemplo, de una contaminación cruzada. Si el resultado fuera “presunto positivo”, será imprescindible la confirmación mediante un método instrumental (específico) que permita identificar y cuantificar la sustancia en cuestión para poder definir si cumple o no, con los Límites Máximos permitidos que establece la legislación mundial vigente.
  •  ·    El otro grupo es el de los métodos específicos (químicos), que permiten determinar con exactitud la sustancia presente en una muestra, así como también la cantidad de la misma. Son métodos que requieren de instrumental sofisticado y personal entrenado. Dentro de los más conocidos se encuentran la Cromatografía Líquida de Alta Performance (HPLC) y la Cromatografía Gaseosa (CG). La elección del sistema de detección es muy importante para la selectividad y sensibilidad para su identificación.

Al parecer el método utilizado en la investigación de la UADE, fue un screening (técnica de análisis utilizada: Premi Test®), dando un resultado “presunto positivo” por lo que sería imprescindible su confirmación antes de difundir ampliamente los resultados en un comunicado que se reflejó en numerosos medios nacionales y del vecino país, y que generan inquietud en los consumidores, llevándolos a no ingerir pescado de cultivo, cuando este es de excelente calidad para a la salud humana. La población argentina ingiere muy poco pescado (aproximado de 7 kg/persona/año), incluyendo al salmón de Chile de alto precio; por lo que no existirían problemas de salud para en las cantidades consumidas.    
Por último, se puede agregar, dirigido a aquellos que no quedaran conformes con la inocuidad del producto proveniente del vecino país, que Argentina produce trucha de tamaño grande que, en cierta cantidad, puede sustituir al salmón, ya que los métodos de cultivo empleados en el país no implican ni vacunación, ni uso de antibióticos, ni tampoco de ectoparasitarios. Por otra parte, prácticamente el 90 % de la trucha producida en el país proviene del embalse Alicurá, que fue autodeclarado libre de enfermedades de denuncia obligatoria para Peces Salmónidos, ante la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE).


Resultado de imagen para Cesar GentileEn tanto, César aclara que su opinión es sólo a título personal, ya que no es vocero de las  instituciones en las que trabaja, o ha trabajado. y dice al respecto del tema que nos ocupa:
En primer lugar debemos considerar que los alimentos de origen animal importados, lo hacen con el aval de un Certificado Sanitario, firmado por un funcionario del la Autoridad competente del país origen de la mercadería. Este documento, de forma similar a lo que ocurre en nuestro país, representa todo un sistema de control y normativa que el productor y elaborador están obligados a cumplir. Su formato, en muchos casos se consensuan mediante un acuerdo multi o bilateral. En el Certificado se consignan los elementos que sirven de garantías, para avalar que la mercadería tiene similar tratamiento (controles de inocuidad) que las exigidas en nuestro país.
Tengo entendido que autoridades de inocuidad de productos de la pesca y acuicultura del SENASA emitirán un comunicado oficial sobre este tema, lo que puedo comentar en función de mi experiencia, es que el SENASA tiene desde hace muchos años, un programa especial para control de importaciones, (Plan CREHA para productos de la pesca y acuicultura importados) en el que se muestrea y analizan las partidas ingresadas.  
Por otro lado, los ensayos sólo pueden ser realizados en laboratorios reconocidos, auditados y que emplean metodología analítica validada por la autoridad competente (SENASA) que se corresponden a los análisis de validación internacional según parámetros que son tomados de:

ü  EFSA (EUROPA)

En general SENASA no acepta ni toma los resultados de los screenings para la Certificación sanitaria como apto consumo humano, como los que se hacen en algunas plantas pesqueras, y que son de utilidad para reforzar los mecanismos de monitoreo. Solo los casos positivos y que estén indicando alguna transgresión a las normas, son los que merecen un análisis particular. En estos casos, se analizan los muestreos que se hicieron, y evalúa la realización de nuevos ensayos o bien la modificación del tamaño de la muestra. 
Cuando se informan estos análisis, no se referencian a un país en particular, por extrapolación simple, sino a los datos de la muestra: EMPRESA y LOTE en particular. Si no se tiene esta información, el procedimiento está mal hecho, porque no se puede rastrear el producto.

Chile está mencionado en numerosos artículos por la cantidad de antibióticos (ATB) que usa, (volumen total) en una comparación con lo que hace Noruega fundamentalmente y probablemente, para diferenciarse, emite boletines periódicos. (https://seafood.no/contentassets/c5a14b9acf3b4f1b9753263586513a68/use-of-antibiotics-in-norwegian-aquaculture.pdf).
Este dato, junto con el grado de concentración de los cultivos en ciertas áreas, son los señalados como responsables de los problemas medio ambientales que tienen los hermanos trasandinos. Les paso un artículo que menciona la temática

Esto no quiere decir que por carácter transitivo, el salmón de Chile sale a comercio con niveles altos de ATB o sin control u otras cosas que se mencionan en notas de este tipo.

Otro concepto que se maneja en el ámbito sanitario es que ciertos ATB se encuentran permitidos en cría animal. En Argentina somos expertos en el uso de ciertos ATB para otras especies como la vaca o el pollo. Para dimensionar esto que estoy afirmando, habría que analizar el volumen de estos medicamentos de los laboratorios veterinarios respecto al volumen producido (análisis de masa) tarea engorrosa, pero no imposible, teniendo en cuenta que así como sucede con la producción animal y los alimentos, también los medicamentos llevan registros.

En relación con este último punto, -uso de ATB en cría animal- lo que hay que respetar es el tiempo de carencia del medicamento, antes que el animal vaya a faena. Es obligatorio que esta recomendación se encuentre en las indicaciones del medicamento, para cada especie a la que el producto está autorizado.
De paso les comento que en Argentina (SENASA) no hay muchos medicamentos autorizados para cría de peces, excepto unos pocos usados en especies ornamentales.
En las Jornadas de Bioeconomía Centro (realizadas a fines de 2016 en Buenos Aires) se habló de estos temas, discutiéndose la necesidad y pertinencia de la realización de un manual de buenas prácticas. Será necesario en consecuencia, en nuestro país, contar con medicamentos autorizados para uso en producción acuícola.  

En el mundo, donde también se han realizado análisis periódicos del salmón de Chile y donde se consume mucho más que en Argentina, los principales hallazgos están referidos en mayor medida al verde de malaquita (VM, en realidad se busca un metabolito que indica su uso) que a los residuos de ATB.

Por último, ya van varios artículos publicados en distintos medios que apuntan al salmón de Chile. Es histórica la reacción de nuestro consumidor que disminuye en consecuencia el consumo de pescado, en este caso de todo pescado que se le parezca, con la trucha a la cabeza.

Yo me pregunto por qué no aprovechamos entonces para hablar de las producciones orgánicas, como la de Fabián Valdés en Tierra del Fuego, con engorde en el mar, que no puede “exportar” sus productos a la Argentina. También está el caso de las lagunas encadenadas de Santa Cruz, o de Cordillera en general, (NEUQUÉN-RÍO NEGRO-CHUBUT) que en su mayoría cuentan con más garantías que estos productos de Chile. Habría que hacer un trabajo sobre "percepción de aceptación por parte del consumidor" del estilo de los que hace el organismo de las autoridades de alimentos de Europa:


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